-Las fotografías que quedan en lo más hondo del viejo cajón.
El recién nacido,
la fiesta de cumpleaños, momentos de peli, sofá y palomitas con las amigas, las
vacaciones, la nueva mascota, los abuelos, recuerdos de cuando éramos más
pequeños... Son parte de los mejores y más felices momentos de nuestras vidas,
todo el mundo los recuerda dichosamente, y cuando los fotografiamos, al verlos,
nuestros recuerdos se enriquecen con imágenes nuevas olvidadas por culpa del
incansable paso del tiempo.
Nos gusta compilar todos esos miles
de instantes fugaces en papel o en carpetas de nuestro ordenador, el formato no
es lo trascendental, sino encuadrar y disparar en el momento oportuno y
capturar un trocito de tiempo que podamos unir a otro y a otro, y así hasta
crear un puzle visual de nuestras vidas que podamos compartir con quienes nos
rodean.
En el revelado o en el visionado se
cuelan fotos que creíamos no haber hecho: los clásicos desenfoques, algún
resplandor, un par de desencuadres o imágenes que nos fascinaron antes de
pulsar el flash y que al contemplarlas no nos dicen nada, pero todo forma parte
de la experiencia, de la búsqueda, el retrato de los mejores momentos de nuestras
vidas, la luz y el color.
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