Hablemos
de versos mudos
de esos que no dicen nada
que esconden diversos mundos
liberan, y me dan alas.
Me libran de un peso nulo
que duele en la espalda
que se clava como puños
o quizás como una espada.
Y simulo ser un ciego
como si no viera nada
como si por frio y lluvia
observas tras la ventana.
Y ya en un sin sentido
las orejas me sobraban
sin oir un no rotundo
no escuchar, quedar salvada.
Y desde el inframundo
yo decido quien me atrapa
en que caigo y si me hundo
o si vivo arrodillada.
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