La razón de
querer lograr algo simplemente nace del sueño de querer hacerlo.
Quiero pensar y pienso que las situaciones pasan, y
la angustia de esperar a que el otro devuelva el cosmos a tus manos también. El
tiempo es cruel, porque corre rápido cuando la vida marcha bien y se desliza
lento cuando la vida marcha mal. Lo que me resulta más curioso de todo es el
poder que tiene una persona sobre otra. Puedes pasarte toda una vida
obsesionado intentando que el otro no te haga daño, pero si la situación es
propicia al final va a hacerte daño. Va a hacerte daño y tienes que aguantarte,
aunque ni siquiera esa persona sepa que te está dañando. Lo que yo me pregunto
es cómo te sacas de la mente la angustia que divaga de lado a lado atormentándote
constantemente con algo que sabes que realmente no va a matarte. Porque el
amor, por ejemplo, no mata a nadie. La gente decide morir de amor, eso es lo
cierto. Claro que a veces uno no está en condiciones de decidir, ¿y cuándo
sabes que estás rozando la línea? Cómo saber cuándo parar es la clave de todo
para poder llevar el todo de la manera adecuada. Pienso en que pensar lo que
estoy pensando no me hace bien, y quiero dejar de hacerlo. Es ahora cuando me
gustaría poner mi mente en reposo, en mode off, hasta que pase la tormenta.
Pero entonces –y a mi pesar- entiendo que este pensamiento estúpido sobre lo
que pienso ahora (triste) es cruelmente necesario para que las nubes dejen de
escupir girasoles. Por eso es importante estar dispuesto a superar lo que sea.
A hablar sobre lo que sea. A pensar sobre lo que sea.
No debemos tener miedo a exponer claramente lo que
sentimos, aunque no sea a la persona correcta porque ésta aún no nos haya dado
la oportunidad. Cuando se tiene algo dentro, cuando ese algo te está atorando física
y mentalmente, lo que debes hacer es sacarlo. Y si no puedes actuar
directamente, bien porque realmente no tengas la oportunidad de hacerlo o bien
porque estés seguro de que realmente y por una vez en tu vida no es lo
correcto, aún te queda la voz para sacar la historia, para escupirla como la
lluvia escupe los girasoles hasta quedarte vacío. ¿Saben el problema? Yo creo
que el vacío como que duele más. Que constantemente nos vamos armando de
historias para sacarlas en un futuro, cuando creamos que no nos queda nada que
sacar. Que necesitamos del drama como mero componente de la vida y que una vida
sin drama no es drama, ni vida. Por otro lado, he descubierto que a las
personas nos encanta autojustificarnos. Yo, personalmente, llevo unos cuantos días
buscando justificación a algo que probablemente carece de justificación alguna.
Pero lo que más nos gusta, lo que más nos gusta del mundo mundial, y que además
casi se convierte en una necesidad, es pensar por el otro. Esto es casi
obligatorio. Pensar lo que el otro piensa y, cuando subimos de nivel, pensar
sobre lo que el otro piensa que estamos pensando. Es completamente absurdo,
porque no nos han dotado de la capacidad de introducirnos en la mente del otro –normalmente
situado éste a bastante distancia- y poder ver con claridad lo que habita en su
consciente-inconsciente-subconsciente. Hablando de lo consciente, me gustaría
mandar al subconsciente todo este caos mental que se ha acumulado en mi mente
desde hace unos días y olvidarme por un tiempo. Estoy dispuesta a recordarlo en
un futuro, y a pasar entonces la tormenta. Y de mientras, me preparo. Me
preparo por los girasoles que puedan caer. Que, de seguro, va a caer una buena.
Ya ha caído. Ya cayeron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario